Hace mucho que no voy a verte abuelita ni ha dejarte una flor en recuerdo de todo lo que viví a tu lado. Pero nunca olvido esa belleza de tu corazón que conocí desde mi niñez hasta cuando ya era un hombre. Recuerdo cuando pintaba tu casa cada verano y me dabas plata para cigarros en esas tarde que iba a pinchar al centro. Te veo haciendo humitas sentada a la sombra del parrón. Desayunando a primeras horas de la mañana. Caminando hacia el cementerio cada domingo, en fin tantos recuerdos ... Te prometo, que apenas vuelva por Angol iré a contarte algunas cosas y al menos llevarte una flor.-.